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PERFORMANCE
"Ni siquiera nos conocíamos. Ella viajaba con su bebé de año y pico; con Alcides (nuestro amigo en común y único vínculo) compartíamos la habitación del hotel. Llevaba una valija vieja. Allí estaban los tres pasos fundamentales de su performance. Fue durante la 21ra Bienal de San Pablo, en 1991, y se habían programado varias acciones. Verónica Artagaveytia venía de Uruguay, pero vivía en la Argentina, participaba de esa doble nacionalidad que tenemos argentinos y uruguayos. Y un día irrumpió con su acción. Eligió el piso tercero del pabellón de Ibirapuera. El primer personaje era Blanco. Tenía una máscara de arcilla blanca, la cabeza llevaba un tocado-cornamenta con caireles transparentes colgantes y donde se envolvía con gracia abullonada un tul blanco. Lo más hermoso fue el silencio de sus pasos. Estaba secundada por una asistente y se movía con lenta rigidez. Aquel silencio se rompió cuando ella estrelló la máscara sobre el piso. Mostró su rostro, también pintado de blanco. Recordé la frase de Yukio Mishima: tenía la máscara tan pegada al rostro que ya no sabía qué era máscara y qué era rostro."